09.09.2016 15:49
El imperio romano ha cautivado a toda clase de historiadores. Su grandeza y ulterior decadencia se consideran temas de gran relevancia de la Historia de la Humanidad, pues ilustran de forma acabada los avatares del poder.
Los historiadores de la economía, con datos harto imprecisos para los criterios actuales, han tratado de arrojar luz acerca de los problemas del imperio a finales del siglo IV y comienzos del V. La carga del imperio sería a la larga intolerable para una sociedad agraria con una capacidad productiva limitada.
Roma tuvo que mantener un ejército que osciló entre los 400.000 y los 600.000 soldados, en el que participaron fuerzas de procedencia germana. Se ha estimado que su mantenimiento arrancó entre la tercera parte y la mitad de los ingresos de la administración imperial.
El número de sus servidores o funcionarios no superaría los 30.000, pero no se incluyen los auxiliares del transporte y otros servicios que debían ser remunerados.
La población urbana alcanzó gran relevancia en las grandes ciudades, cuya población necesitó de grandes cantidades de alimentos. Según las estimaciones del impuesto de la annona de la carne, Roma tuvo entre 300.000 y 700.000 habitantes en la Bajo Imperio. Los cálculos más frecuentes cifran la población de Constantinopla entre las 400.000 y las 600.000 personas.
Para abastecerla se necesitaron entre 54.500 y 245.000 toneladas de trigo egipcio. En el valle del Nilo los campesinos llegaron a pagar al Estado entre la cuarta y la tercera parte de sus cosechas.
Con todas las reservas, estos datos son impresionantes y ejemplifican las dimensiones del coloso romano. Sin embargo, Chris Wickham en Una historia nueva de la Alta Edad Media. Europa y el mundo mediterráneo, 400-800 (Barcelona, 2016) nos previene contra ciertos determinismos de orden fiscal. El sistema tributario romano sobrevivió en Oriente y lo heredaron los reinos germanos de Occidente, que hicieron un uso variable del mismo. La conquista vándala del África romana, según el citado autor, causaría la caída de Roma al privarla de sus abastecimientos de trigo. Las cifras, a todo caso, deben de ser manejadas con prudencia y atendiendo siempre a las circunstancias históricas.
Víctor Manuel Galán Tendero.
