CAVOUR, ARTÍFICE DE LA UNIDAD ITALIANA. Por Patricia Letterer Ramos.

04.11.2014 06:52

    Camilo Benso, conde de Cavour, nació el 10 de agosto de 1810 en Piamonte, Turín; y murió en la misma ciudad el 6 de junio de 1861.

                                              

    Fue un político y estadista italiano descendiente de una familia conocida desde fines del siglo XII. Esta, siguiendo la costumbre aristocrática lo destinó a la academia militar de Turín a sus 18 años, pero Camilo tuvo que abandonar el ejército, en 1831, por sus posiciones liberales. Desde entonces se dedicó a administrar las fincas familiares y vivió a partir de las rentas de estas. Participó activamente en la vida política  piamontesa y se sintió atraído por los ideales liberales que quería promover el rey de Piamonte, Carlos Alberto. En 1840 los artículos periodísticos del joven Camilo fueron publicados por primera vez.

    En 1847 fundó el periódico Il risorgimento, desde donde defendió sus ideas liberales y progresistas. En este hablaba sobre unificar Italia y salvarla de la dominación austriaca sin recurrir a la violencia. En 1850 fue nombrado ministro de Agricultura y Comercio, y dos años después, en 1852, presidente del consejo piamontés. Su política se orientó siempre hacia la consecución de la unidad nacional italiana mediante la creación de una base política que permitiera hacer frente al absolutismo de los Habsburgo. Finalmente acaba reconociendo que los italianos no podían liberarse de la dominación austriaca sin ayuda exterior.

    Se enfrentó al papa Pío IX, el único adversario del rey Víctor Manuel II, y fue excomulgado, pero fue vuelto a llamar por el propio rey.  Sus principales realizaciones se desarrollaron en el terreno económico y reorganizó el ejército piamontés.

    En julio de 1858 se entrevistó con Napoleón III y consiguió ayuda francesa para expulsar a los austríacos. Las victoriosas campañas de los ejércitos franceses y piamonteses provocaron la insurrección de la mayor parte de la Italia central.

    Las fuerzas conjuntas franco-piamontesas acabaron con los austriacos como estaba previsto, pero Napoleón incumplió parte del plan, lo que llevó a Cavour a dimitir temporalmente.

    Vuelto al poder en 1860, negocia con Napoleón la anexión de los territorios italianos que estaban en estado de revuelta. En enero de 1861, el parlamento nacional se reunió en Turín y votó la primera constitución nacional italiana (reino de Italia) y la capitalidad de Roma, que, contra los deseos de Cavour, centralizaba el gobierno de la nación.

    Tres meses después moría Cavour, dejando creado el Estado italiano, pero cargado de graves problemas que no pudo contribuir a resolver: el enfrentamiento con la Iglesia Católica, la pervivencia de territorios de lengua italiana en manos extranjeras y un desequilibrio flagrante entre el norte y el sur del país.