BIENVENIDO MÍSTER OBAMA. Por Gabriel Peris Fernández.

10.07.2016 20:46

                

                Los sevillanos iban a engalanar sus calles con las banderitas de las barras y estrellas. Hasta le pusieron a una tapa, algo formidable, el nombre del presidente de Estados Unidos. A la bella Sevilla no le hacía falta ni la fuente de colores ni que su alcalde saliera al balcón a animar al vecindario ante la llegada de los amigos americanos. Pero los tiroteos de Dallas hicieron que Obama ni pasara de largo por Sierpes. Este año no le tocará la lotería.

                ¿A qué ha venido el antaño mochilero a España? ¿A que algún genio político en funciones se las dé de aplicado? ¿A llamar al fuerte a los apaches de la oposición para ver si este año no bajarán de la sierra?

                No ha venido, o mejor dicho transitado, por los cabestros de San Fermín. No. España ya no es imperio ni en los libros de texto. Aunque algunos después de la travesía del desierto con el señorito de uñas lo celebren, pues el que manda, manda y mucho, la marca (da) España no ha inclinado la balanza. Su cesárea majestad tiene sus buenas razones, que son las que cuentan.

                España es un país a unas bases militares pegado. Rota es la llave del Estrecho y el comandante de las fuerzas armadas estadounidenses quiere asegurarse que su flanco mediterráneo está en condiciones ante el Oriente Próximo y Rusia. Su llegada desde la cumbre de la OTAN en Varsovia no es nada incidental. Su itinerario por España dibuja con precisión, exceptuando Zaragoza, la situación geo-estratégica nacida en 1953.

                A los españoles ya se les ha enviado un claro mensaje. Si no sois buenos no os ajuntamos y tente tieso. Así que todos a pasar por el aro. Desde ir por la noche al aeropuerto de Torrejón a pasar por la Ponderosa. Es lo que hay.

                De paso Obama le pide al imperio español dos cosas. Que se muestre comprensivo con el Brexit sin ponérselo difícil en las negociaciones de divorcio alegre con despedida cachonda a los británicos, socios preferentes de EE. UU., y que secunde su apuesta cubana, pese a que Miami se escucha en círculos madrileños con intensidad.

                La diplomacia de Obama le hubiera gustado ser la de la Era Clinton, pero se ha encontrado una realidad tozuda que le ha conducido a un cierto aislacionismo para evitar protestas con su electorado. Hoy vuela hacia una Norteamérica nuevamente sumida en sus diablos familiares de guerra racial, aunque muchos no quieran reconocerlo. Triste destino el del primer afroamericano que ha alcanzado la meta de la Casa Blanca. ¡Menuda campaña electoral se les presenta a los demócratas! Este año no le tocará la lotería. Quizá por eso quiera volver algún día o quizá lo diga por quedar bien. Cosas de los encantadores de serpientes.

    Al gran Luis García Berlanga.