BERLUSCONI, MÁS BORGIA QUE MÉDICI. Por Víctor Manuel Galán Tendero.
El fallecimiento de un político que ha gobernado un país de la talla de Italia inclina a hacer balance sobre sus días y sus tiempos. Los de Silvio Berlusconi han estado marcados por la controversia acerca de su persona y de su política. El caballero de algunos es el precursor de los populistas para otros.
No se puede entender a Berlusconi sin Italia, el exuberante país de Estado unitario históricamente reciente. En los años noventa, volvía a sufrir una fuerte crisis de confianza pública. La corrupción devoraba a propios y extraños, y el sistema político establecido tras la II Guerra Mundial se hundía. Las facciones volvían a enfrentarse en la arena pública, donde un nuevo condotiero acababa de saltar.
Tal era Berlusconi, aupado al poder gracias a su fuerza empresarial en el mundo del espectáculo, tan esencial en nuestra sociedad de la imagen. Los hombres de negocios volvían a erigirse en los amos de las comunas urbanas, aunque sin las seducciones de los Médici.
De todos modos, las licencias carnales de don Silvio (alabadas por más de uno de sus compatriotas) son más dignas de los Borgia, leyendas aparte. La mezcla de carnalidad y negocios en política ha sido todo un referente para otros, como Trump, más allá de Italia.
Su personalismo, capaz de devorar más de una institución, ha sido bien recibido en Rusia, Brasil e incluso Estados Unidos, con sus matices. A día de hoy, no sabemos hasta dónde y cuándo alcanzara la sombra de Berlusconi, otro vástago de la chispeante política italiana.