BARCELONA, ASEDIADA.
En el verano de 1651, las fuerzas de Felipe IV asediaban Barcelona. Así describe la situación el enviado del Papa:
“El temor de estas gentes es grande, el ejército francés está formado por unos seis mil soldados, pero sin municiones de guerra; los de Barcelona piden a los de fuera la movilización de unos dos mil infantes, que será muy difícil por la falta de tiempo y de recursos económicos; la misma ciudad de Barcelona ha acordado de momento no permitir la entrada de un mayor número de soldados franceses que catalanes, por temor de que los franceses, con los cuales ocurren riñas, no les saqueen la ciudad. El país hará algunas levas, pero no muchas; se tiene muy poca confianza en el mariscal Marchin. Los partidarios de España aún no se atreven, encontrándose esparcidos a causa de las enfermedades reinantes. Entre los catalanes partidarios de Francia hay desunión y mucho odio, y el gobernador Marguerit está muy disgustado con el gobierno de Francia por la forma como han sido elevados sus enemigos Ardena y Fontanella (…) Los directivos catalanes, para que los paisanos y pueblos se decidan a formar en las levas, movilizan impostores que anuncian que si triunfan las fuerzas de España serán conquistados, saqueados, quedando convertidos en los más infelices del mundo. Con estas propagandas seducen a la gente, aunque ni falta quien publica lo contrario.”
En Fernando Díaz-Plaja, Historia de España en sus documentos. Siglo XVII, Madrid, 1987, p. 244.
Selección de Víctor Manuel Galán Tendero.