AUGE Y CAÍDA DEL PODER ZAPOTECA. Por Víctor Manuel Galán Tendero.
El valle de Oaxaca acogió a una importante cultura de la América prehispánica, la zapoteca. En el 1400 antes de Jesucristo varias aldeas se emplazaban en las riberas de los ríos del valle, haciendo uso de la irrigación para sus parcelas alargadas y rectangulares. Los pozos, que alcanzaban la capa freática más superficial, las bordeaban, dispensado el agua con la que aquellas gentes llenaban sus recipientes.
Este procedimiento de riego era ciertamente laborioso, pero rindió sus frutos. En el 500 antes de Jesucristo ya habían surgido núcleos de población más importantes, como el establecido en San José Mogote. Ha sido interpretado como una verdadera capital, con funciones administrativas, ceremoniales y comerciales de alto nivel.
Siete pequeños Estados surgieron en el valle. Dirigidos por verdaderas aristocracias, enfrentadas entre sí, emplearon la escritura y la escultura para sus fines de poder. En un edificio del núcleo de San José Mogote se encontró una gran estela con la significativa imagen de un cautivo sacrificado, identificado por su nombre.
Aquellos Estados compitieron por lograr una fuerza mayor, y el triunfador resultó ser el de Monte Albán, hacia el 200 antes de Jesucristo. Los muros de su fortaleza datan de cien años después, y sus estatuas danzantes conmemoran sus triunfos frente a unos enemigos que aparecen humillados y ejecutados. La ciudad creció, y se construyeron terrazas en las laderas de tres crestas. Es posible que se organizara en sectores o barrios, que reflejarían la mezcolanza de gentes llevadas o atraídas allí. Se calcula que los 5.000 habitantes del 200 antes de Jesucristo pasarían a ser 24.000 en el 550, en un arco temporal que coincidiría con el del final de la Roma republicana y el apogeo y declive del imperio romano en Europa occidental.
Su aristocracia fue enterrada en las tumbas de piedra de Monte Albán, donde se han encontrado unas urnas funerarias que parecen representar a los antepasados divinizados del difunto. Además de hacerse llevar al más allá vasijas con ofrendas, se hacía acompañar de sus servidores en el viaje al otro mundo.
En el 250 los conquistadores zapotecas habían extendido su poder unos cincuenta kilómetros más allá del valle de Oaxaca. No siguieron más adelante, y en lo sucesivo parecieron conformarse con acciones defensivas.
La ciudad de Monte Albán llegó a alcanzar una población de 6.000 habitantes, que resultaron difíciles de mantener a medida que los terrazgos del promontorio se convertían en más estériles. Estos problemas vinieron acompañados de otros políticos, cuando se desataron las rivalidades entre los linajes aristocráticos entre el 600 y el 900. Algunos optaron por establecer su residencia en núcleos del fondo del valle, gobernando sobre gentes subordinadas.
Fue entonces cuando aparecieron los mixtecas, que consiguieron abatir a los zapotecas entre el 800 y el 900. Sin importantes vínculos con la tierra, las gentes y las costumbres hasta entonces imperantes, la nueva aristocracia mixteca desarrolló un sistema de dependencia por el que los grupos subalternos le rendía pleitesía y tomaban parte en sus empresas militares. Algunos autores lo han comparado con el feudalismo, aunque la América prehispánica se encontraba muy distanciada de la Europa medieval. Lo cierto es que la gloria política zapoteca ya pertenecía al pasado.
Para saber más.
Richard E. W. Adams, Las antiguas civilizaciones del Nuevo Mundo, Barcelona, 2000.