ALIADOS Y RIVALES, PORTUGUESES E INGLESES. Por Víctor Manuel Galán Tendero.

01.09.2024 11:28

 

                Portugal e Inglaterra mantuvieron una estrecha relación diplomática desde la Baja Edad Media, al tener como enemigo común a Castilla, y sus vínculos comerciales también fueron intensos. Una vez que los portugueses navegaron hacia Asia en el siglo XVI, Enrique VIII quiso participar financieramente en sus expediciones mercantiles. Conscientes del riesgo de perder su monopolio, Portugal lo rechazó.

                A partir de este momento, los navegantes portugueses e ingleses colisionaron en las aguas y los puertos de Berbería y Guinea, que Portugal reclamaba como suyos. Felipe II, casado con María Tudor, defendió los intereses portugueses en la corte inglesa. A la muerte de María, Portugal enviaría varias embajadas a Inglaterra de 1559 a 1564, quejándose de las expediciones inglesas.

                Se consideró que Isabel I las toleraba e incluso animaba, y varios cautivos ingleses fueron ejecutados en el castillo portugués de San Jorge de Mina, en la Ghana actual. No obstante, ambos reinos no rompieron hostilidades, pues Isabel I consideró a Portugal una potencia católica mucho menos hostil y amenazante que España. Durante el embargo español de los buques ingleses, los puertos portugueses ofrecieron un buen refugio.

                En 1580 Portugal fue incorporado a la Monarquía hispánica. El prior de Crato, el candidato al trono portugués favorecido por Inglaterra, fue derrotado, y los portugueses combatieron junto a los españoles contra los ingleses entre 1585 y 1604.

                Para algunos historiadores, la guerra favoreció a la marina comercial inglesa, pues las presas de los corsarios ingleses perjudicaron enormemente a los barcos mercantes ibéricos. Las flotas del tesoro de España se vieron obligadas a navegar en convoy de manera más rígida.

                Con la paz de 1604, los ingleses no consiguieron acceder directamente a los dominios indianos de Portugal y España, pero sí comerciar provechosamente en los puertos de la Península. En 1606 Walter White cargó en Lisboa cuatro cajas de azúcar con destino al puerto de Topsham, en Devon, y John de Luke reportó cuarenta y seis modios de sal en Lisboa para Poole. Por los puertos de Portugal también entraron paños ingleses en la Península, que compitieron ventajosamente con los castellanos.

                Estos animados negocios se llevaron a cabo en una costa portuguesa militarmente insegura, castigada por los ataques de los neerlandeses y de los corsarios norteafricanos. En 1617 el virrey Salinas quiso mejorar las defensas, estableciendo puntos de producción de armamento.

                Sin embargo, no alcanzó sus propósitos y se le acusó de favorecer a sus parciales. Entonces, el conde de Gondomar (embajador en Inglaterra) requirió de Jacobo I el envío de varias piezas de artillería para Portugal. El rey accedió, pero se desató un importante escándalo político cuando algunos cañones terminaron en Flandes. El parlamento de Inglaterra pidió en 1621 que no concedieran más licencias.

                 Años más tarde, el separado Portugal de los Braganza retomó sus relaciones con Inglaterra. Su alianza, dictada por las circunstancias de la guerra contra España, no siempre resultó favorable a sus intereses, algo que anunciaba tiempos futuros.

                Fuentes.

                ARQUIVO NACIONAL DA TORRE DO POMBO.

                PT//TT/MISV/1656.