“E los moros que estaban en la villa e castillo de Gibraltar, desque sopieron que el rey don Alfonso era muerto, ordenaron entre sí que ninguno non fuese osado de facer ningund movimiento contra los christianos, nin volver pelea: e estovieron quedos, e decían entre sí que aquel día moriera un noble rey, e grand príncipe del mundo, por el qual non solamente los sus christianos eran honrados; más aún los caballeros moros guerreros por él avían ganado grandes honras, e eran presciados de sus reys.”
Pero López de Ayala, Crónica de Pedro I, capítulo II, p. 11.
Selección de Víctor Manuel Galán Tendero.