A 200 AÑOS DE LA EMANCIPACIÓN. Su sentido histórico.
Han transcurrido un poco más de doscientos años desde que comenzaron las guerras de independencia iberoamericanas, la Emancipación. Fue un fenómeno de trascendencia universal. Nacieron nuevas naciones, y el equilibrio de poder mundial se alteró notablemente.
Sus raíces no se encuentran en las comunidades amerindias sometidas al poder imperial español, sino en las aspiraciones de los españoles americanos, los criollos, cansados de las imposiciones del reformismo borbónico del siglo XVIII y temerosos del desorden social que podía inducir la ocupación napoleónica de la península Ibérica. La revolución negra de Haití les heló la sangre de terror.
Hubo españoles peninsulares como Javier Mina el Mozo que simpatizaron con la causa independentista, y americanos que la combatieron. En el fondo fue una guerra civil entre los hispanos de las Indias. En la Nueva España tuvo un sesgo de guerra social y racial que recordaba la del Perú de Túpac Amaru.
Los independentistas, dirigidos por personalidades del carisma de Simón Bolívar, tomaron el poder en muchos cabildos, movilizaron a la población, alzaron ejércitos, recaudaron fondos, defendieron sus ideas con elocuencia y forjaron el embrión de nuevas repúblicas en Caracas, Santiago de Chile o Buenos Aires. Arrinconaron al poder español en el Perú hasta su derrota, y en la Nueva España terminaron anulándolo los anteriores servidores del virreinato. Sólo Cuba y Puerto Rico se mantuvieron españolas hasta 1898.
Los sueños de una Gran Colombia, de un imperio mexicano o de una vasta confederación hispanoamericana al estilo de Estados Unidos se desvanecieron tras la Emancipación. La América Central se separó de México y se desgajó en varias repúblicas. Venezuela, Colombia y Ecuador se disociaron y quebraron el sueño de un desilusionado Bolívar. El Alto Perú tomó el nombre de Bolivia, y evitó caer en manos peruanas o bonaerenses. En la Argentina, Buenos Aires luchó contra otros núcleos locales, mientras se consolidó la república chilena al otro lado de los Andes. El Brasil portugués pareció más afortunado al conservar su vieja unidad colonial bajo representantes de la misma dinastía metropolitana de los Braganza.
El imperio español terminó descomponiéndose, al igual que su viejo rival el otomano a lo largo del siglo XIX. Gran Bretaña, la gran triunfadora de las guerras napoleónicas, consiguió grandes ventajas de la independencia y el fraccionamiento de Hispanoamérica, aunque no siempre obtuvo los provechos esperados, como en la minería mexicana. A la larga el mayor beneficiario fue la república norteamericana de los Estados Unidos, capaz de alzar la doctrina Monroe, de privar a México de casi la mitad de su territorio, de derrotar a España en 1898, de frenar a Gran Bretaña a comienzos del siglo XX y de imponer su hegemonía a los pueblos sudamericanos.
Muchos de los problemas de la Iberoamérica actual como la dependencia económica exterior, la pobreza de amplias capas de la población o la democratización de la participación política proceden de una Emancipación que no emancipó lo suficiente.
HISTORIARUM quiere rendir homenaje a la importancia de la Emancipación a través de una serie de artículos a cargo de un grupo de jóvenes historiadores. ¡Esperamos que sean de su agrado!
Víctor Manuel Galán Tendero.