¿UN NUEVO BLOQUEO CONTINENTAL? Por Víctor Manuel Galán Tendero.

15.12.2019 17:29

                El 23 de junio de 2016 se impuso en referéndum la opción de la salida del Reino Unido de la Unión Europea, por un 51´9% de los votos. Las negociaciones consiguientes desataron más de una tormenta política y el triunfo conservador en las elecciones del pasado jueves 12 de diciembre ha afirmado la posición de la salida de forma contundente. El abandono de Gran Bretaña del espacio de la Unión Europea tendrá, según muchas previsiones, graves repercusiones económicas para ambas partes. Se diría que los británicos se van a aplicar por sí mismos el Bloqueo continental con el que pretendió abatirlos Napoleón hace casi doscientos años.

                A lo largo de la Historia, la prohibición de comerciar ha sido empleada como arma de guerra en numerosas ocasiones. Los cristianos, en teoría, no debían vender armas a los musulmanes durante la Edad Media. El conde-duque de Olivares intentó abatir a los holandeses y a otros enemigos impidiendo el comercio. Napoleón también jugó la misma carta.

                El 21 de noviembre de 1806 decretó en Berlín, tras conseguir resonantes victorias, el bloqueo contra la resistente Gran Bretaña. Partió de la premisa que su rival era la enemiga de todas los pueblos civilizados, perturbando su comercio y bloqueando sus puertos. Solo pensaba en su engrandecimiento, según los napoleónicos. Por entonces, los británicos contaban con una poderosa armada y habían logrado la victoria de Trafalgar. Fracasados sus planes de invasión, Napoleón pensó pagarles con su misma moneda: las islas Británicas se declararon bloqueadas.

                Se amenazó a sus comerciantes con la prisión y a sus mercancías con el embargo. La mitad de lo decomisado resarciría pérdidas ocasionadas por las acciones británicas. Sus barcos, ya procedieran de las islas o de sus dominios ultramarinos, tendrían prohibido el acceso continental. Mientras se estableció un alto tribunal de presas en París, a los reyes de España, Nápoles, Etruria y Holanda se comunicó tal política.

                Con el decreto de Milán del 17 de diciembre de 1807 el bloqueo se hizo más severo. Todo barco con carga registrada por los británicos, que hubiera recalado en uno de sus puertos o les hubiera satisfecho algún impuesto sería interceptado. La hostilidad subió de tono y neutrales como los Estados Unidos padecieron a manos de napoleónicos y británicos. El 22 de diciembre de 1807 el Congreso estadounidense aprobó el Acta de Embargo, que impedía el comercio con ambos, pero se tuvo que derogar el 1 de marzo de 1809 por sus consecuencias económicas nefastas.

                El Bloqueo continental perjudicó a Gran Bretaña, pero no la aniquiló, pues los napoleónicos carecieron de medios para acabar con el comercio ilegal. Como ya había sucedido en el pasado, las conexiones económicas entre países eran capaces de aguantar las declaraciones de guerra. A día de hoy, no se ha trazado desde el continente un plan económico para aniquilar a Gran Bretaña. Con mayores trabas, las relaciones humanas, comerciales o financieras proseguirán. Si el Reino Unido no puede perder de vista el mercado de la Unión Europea, ésta tampoco puede ignorarlo. Con el paso del tiempo, ciertas aristas se suavizarán, ya que la experiencia del Bloqueo continental demuestra que la economía europea es un hecho incontestable desde hace bastante tiempo. No hemos de confundir el corto con el medio plazo.

                Bibliografía.

                   Michael Broers, Europa under Napoleon, Londres, 2014.