¿PREDOMINIO EUROPEO EN EL ASIA DEL SIGLO XVII? Por Víctor Manuel Galán Tendero.
En el siglo XVII los europeos libraron encarnizados enfrentamientos por el predominio del comercio con Asia. Los portugueses, unidos a los españoles hasta 1640, se enfrentaron a los expansivos holandeses. Los ingleses y los franceses también entraron en las rivalidades. Sin embargo, todos ellos se las vieron con problemas comunes.
Para empezar, los europeos compraban las cotizadas mercancías asiáticas con metales preciosos procedentes de América. La apertura de la ruta del galeón de Manila resultó muy estimulante para los virreinatos de Nueva España y Perú, pero pronto las autoridades metropolitanas comenzaron a poner trabas al tráfico. Los reinos indianos retuvieron mayores cantidades de metales preciosos de su minería y afluyeron menores a Europa por la vía del comercio legal o del contrabando. Los mercaderes y las compañías comerciales europeas tuvieron que manejar sumas de dinero más reducidas en sus tratos con Asia.
Como los intereses de los préstamos negociados en Asia resultaban prohibitivos (al 12% en Surate y en Bengala al 36%), se consiguió el metal precioso necesario a través del comercio con distintos países asiáticos. Previo pago en monedas de oro, los holandeses llevaban a Sumatra y Borneo productos de algodón de Coromandel. En Moka también vendían productos de la India los ingleses y los holandeses. La Compañía Holandesa de las Indias Orientales compraba con las telas indias pieles y cueros siameses y sedas indochinas para ser revendidas en Japón, a cambio de plata.
De Sonda también extrajeron los holandeses hierro, acero, sacos, tejas, sal, alimentos y esclavos, que emplearon bajo capataces chinos en sus dominios. Anualmente, se compraban de 500 a 1.000 esclavos de una Bengala y una costa Malabar azotadas por el hambre.
Lo cierto es que dentro de los circuitos comerciales la India adquirió cada vez mayor relevancia. Las compañías indias y malayas, grandes revendedoras, se enfrentaron ventajosamente a los portugueses. La India exportaba a Europa índigo, caña de azúcar, salitre para la guerra, algodón y productos de algodón como manteles o ropa de cama. Su volumen de comercio exterior alcanzó en 1660 las 36.000 toneladas. Los beneficios, con todo, alcanzaron a gobernantes y comerciantes, pero no a los productores locales, lo que reforzó las desigualdades sociales.
Recientemente se ha reevaluado la correlación de fuerzas entre los pueblos de Europa y Asia en el siglo XVII, destacándose más la fuerza de los segundos. No le faltaba razón a sir Thomas Roe, embajador ante mogoles y otomanos, cuando sentenció que Europa se desangraba para enriquecer a Asia.
Para saber más.
David R. Ringrose, El poder europeo en el mundo, 1450-1750, Barcelona, 2019.