¿CÓMO SE QUISO SOLVENTAR EL DÉFICIT COMERCIAL ESPAÑOL EN 1932? Por Víctor Manuel Galán Tendero.

30.06.2023 10:30

               

                La intervención del Estado en la economía fue mal vista por el liberalismo clásico. Sin embargo, el Estado demostró toda su importancia en la organización económica de los países que libraron la I Guerra Mundial.

                España no fue beligerante durante aquel conflicto, pero adoptó los principios del intervencionismo estatal, particularmente durante la dictadura de Primo de Rivera. Ante la gran depresión, que castigó a tantos países, la II República no arrinconó tal proceder. El 29 de febrero de 1932 el jefe de la sección de mercados extranjeros y tratados de comercio presentó un proyecto de Junta Ordenadora, capaz de orientar y animar el comercio exterior de España, cuando en Gran Bretaña y en Francia la baja de la producción industrial y el aumento del paro eran notables.

                Más allá de los problemas generales, España ya cargaba con el problema del equilibrio de su balanza comercial, cuando los técnicos apuntaban su tránsito entre la etapa agrícola a la industrial. Por entonces, se comparaba la importancia del hierro para la industria con la del riego para la agricultura. Era el elemento esencial para alcanzar la condición de nación civilizada. Se resaltó que en 1930 España exportaba seis millones de toneladas de hierro, pero su industria sólo beneficiaba un millón. Como comprar hierro en España resultaba mucho más caro que en otros países, su sistema de transportes ferroviario y marítimo se veía perjudicado, lo que agravaba los problemas comerciales.

                Las importaciones de carburantes y de algodón inquietaban sobremanera, especialmente las de los primeros. Se propuso ya la bencina sintética como gran solución, así como animar el cultivo algodonero en Andalucía Occidental y Extremadura con formación técnica y apoyo del Estado. También se quiso fomentar el cultivo del tabaco en Canarias y el del maíz, con vistas a la avicultura, en varias regiones.

                Sin embargo, la clave del éxito exportador residía, según el proyecto, en la creación de una Junta de Ordenación de la Economía Nacional, que diera a los productores las pautas para vender más y mejor. Se tomaron como modelo los órganos de coordinación creados en 1924 en Gran Bretaña y en 1926 en Alemania. Tal Junta sería aprobada por las Cortes y personas competentes integrarían su consejo de dirección y sus secciones, como la metalúrgica.

                Pretendía ofrecer soluciones fundamentadas en el estudio científico de la realidad (con especialistas en la materia), además de funcionar con la colaboración ciudadana, la de los exportadores y productores. Se insistía que la coacción no era buena ni aconsejable. A este respecto, marcaba distancias con el proyecto del Centro de Propaganda, presentado en febrero de 1931 al Consejo de Economía, y de experiencias posteriores a la Guerra Civil. Sin embargo, la Junta tenía también que enfrentarse a los problemas de su mantenimiento (a sufragar por un arbitrio de propaganda) y a la tempestuosa vida de los años treinta, que tiró por tierra tal proyecto y a la misma II República.

                Fuentes.

                CENTRO DOCUMENTAL DE LA MEMORIA HISTÓRICA.

                Boceto de una política de comercio exterior y propuesta de constitución de una Junta Ordenadora. PS-Madrid, 914, 18.