¡ADIÓS. AMIGA! Por Ángela Dalmau Moreno.
A Marisol
Surcan las caricias de tus palabras
y en mi mente surgen silenciosas.
Te hablo, pero no recibo contestación.
Pues en sí hablo sola.
En mi vida hay un vacío,
quiero sentir tu presencia
pero no quiero ir donde tú has ido.
Quiero sentir las hojas caídas de otoño
que envuelven mi alma
de color ocre y óxido.
¡CARONTE, una deuda me debes!
Deja que llene la barca de lluvia
que roza tristemente pétalos de rosas.
Deja que entre con aroma a primavera,
que no detecten su palidez,
que su rostro hermoso florezca
de bellas flores silvestres como fue ella.
¡CARONTE, una deuda me debes!
Tranquilo, la moneda en la boca la lleva.
Llega el estío, evaporando mis lágrimas de un suspiro.
No alcanza la tierra.
¡Qué seca y árida se queda!
Llega el estío y la risa de los niños ya se ha ido.
Pasarán los años y continuarán otros más
y con el tiempo quedará el recuerdo
de una amiga que ya no está.
Mi voz palideció en tu despedida;
mi voz por fin puede hablar.
Te despido ahora
y te dejo marchar.
¡Adiós, amiga!
Te llevo en el recuerdo.
Que Morfeo te abrace en su bello sueño
que te guíe con su luz eclipsando al dios Elios.
Que tus alas vuelen bien lejos
para que cuando te aposentes brilles como un lucero
y con el tiempo miraremos el cielo
y tú permanecerás allá en el universo
velando nuestros sueños.